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El Hada Madrina le entrega a Cenicienta un hermoso vestido y un par de zapatos de cristal. Al dar las doce, la hora en que se rompería el hechizo, Cenicienta se marcha del baile y se le cae uno de los zapatos. Cuando se ha ido de Palacio, a Cenicienta le ha desaparecido ya el vestido, y la carroza ya no es más que una calabaza, pero aún conserva uno de los zapatos. En el Palacio, el Rey y el Gran Duque tienen el otro zapato. El Rey manda buscar a la propietaria del zapato, quien fue la única que bailó con el Príncipe. En casa de Cenicienta, el Gran Duque prueba el zapato a Anastasia y Drizella, pero las dos tienen los pies demasiado grandes. Cuando va a probarlo en el pie de Cenicienta, Lady Tremaine hace que tropiece y se rompa el zapato. El Gran Duque llora sin parar, pero Cenicienta dice que no hay ningún problema, pues ella tenía el otro zapato. Al probárselo, encaja y Cenicienta se casa con el Príncipe.

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